|
Imagen de google |
Sintió el roce de unos labios tras su oreja, justo allí donde la piel, aún abotargada, se negaba, por lo general, a reaccionar a estímulo alguno. Entonces lo supo. Supo que lo había perdido otra vez, esta vez para siempre. Volvió su rostro asustada. Hacía sólo unos instantes allí no había nada, sólo la calle solitaria y húmeda. Sus pupilas, enormes, buscaron tras la ligera cortina de lluvia. No había nadie. Sólo el viento alejándose en remolino hacia un parque cercano y una luna menguante asomando entre las nubes. Una lágrima rodó por su mejilla y se coló por la comisura de sus labios fruncidos por la desesperanza. Era insípida. El acre amargor se había disuelto entre las gotas de lluvia que empapaban su cara. Suspiró desde el fondo de sus entrañas y se dijo: “Todo ha terminado.” Y emprendió el camino de regreso a la soledad de sus recuerdos, con las manos vacías y el pecho abierto.
Unos días más tarde recibía en su correo electrónico un impersonal y fatuo mensaje de despedida. Ya era tarde. Su corazón, partido en dos, ya no latía.
Narci M. Ventanas
Es la gran ventaja de un corazón roto. No le duele nada. Lo has retratado a la perfección.
ResponderEliminarMe ha gustado.
Javier.
Exelente relato. La verdad, fantastico...
ResponderEliminarPero recuerda: siempre hay segundas oportunidades...
UN ABRAZO!!!
Es cierto, pero lo malo de un corazón roto es que tampoco sabe vivir.
ResponderEliminarGracias a los dos por leerme y por opinar.
Y sí, supongo que una segunda oportunidad es lo único que podría restaurar un corazón roto.
Así que les deseo esa segunda oportunidad a todos los corazones en tal estado, a quienes dedico este cuentecillo.
Narci
Muy buen relato, te lleva a su lado.
ResponderEliminarBesos
A veces se viven situaciones premonitorias. Eso es lo que le pasa a la protagonista de este relato.
ResponderEliminarSentir que todo está perdido, vacío, sin vuelta atrás. Notar cómo tu corazón se parte en dos ante el desamor que inunda tus días.
Y deja de latir con vida. Sólo late forzado, como una máquina, como una respiración asistida que no siente más que dolor.
La tristeza de amor posiblemente es la peor de las tristezas. Y cuesta recuperarse de ellas. Aunque, siempre, siempre, siempre hay que intentar curarse las heridas y brotar a la vida de nuevo.
Ea!!
Un abrazo de Mos desde su orilla.
Nunca hay un verdadero final.
ResponderEliminarEl relato es bello.
ResponderEliminarEstas miniaturas últimas tuyas en prosa me han parecido muy bellas.
Sépase.
En cuanto a los corazones rotos.
Hay formas de pegarlos para que sigan latiendo, precarias por cierto.
Muy precarias.
Pero no dejan jamás de sangrar.
Besos miles
SIL
Qué hermoso relato, un corazón partido de amor es mejor que uno sano sin emociones, me encanto.
ResponderEliminarBesos
Tengo mis dudas sobre qué es más difícil, si aceptar el fin, o tener clase, a la hora de poner el punto final, o sea, despedirse adecuadamente.
ResponderEliminarCreo que nunca lo sabré..
me ha gustado tu prosa, porque la haces llegar y tocar el alma del lector, en este caso, la mía.
Besos
Me dejé llevar por la melodía melancólica de tu escrito, afín a mis momentos de tristeza.
ResponderEliminarAbrazos,
Gracias Carver.
ResponderEliminarEs cierto, Mos, el corazón tiene una gran capacidad para regenerarse, y si además tienes alguna ayudita mejor que mejor.
El único final es la muerte, Pedro, como decía Cernuda, las vidas cambian, la muerte es única.
No dejan de sangrar, Sil, pero sangran porque siguen vivas, y eso es lo importante.
Puestos a alegir me quedo con uno sano y con emociones, sentimientos y pasiones, Rosario, pero uno partido tampoco está mal, mientras siga latiendo.
Las despedidas nunca son fáciles y rara vez tienen clase, cuando se hacen en silencio se convierten en fantasmas. Gracias por tus comentarios, me halaga que te guste mi prosa, aunque ande en pañales.
Siento leer que estás triste, Catalina, espero que esa tristeza sea pasajera y que la melodía de mi relato no te entrestezca más aún.
Besos a todos y gracias por vuestros comentarios.
Que triste Narci...
ResponderEliminarUn dolor muy fuerte es el de la despedida.
Me gustó mucho como lo describiste!
Me gustaría saber porque dices que sabes que el alma vuelve por experiencia, tengo curiosidad :)
ResponderEliminar¡Un saludo y cuidate!
Gracias por pasarte.
Un gran relato, Narci querida.
ResponderEliminarLo mejor para vos. Me gusta cuando escribes poesía, también prosa. Lo haces bien en todo sentido.
Alicia
Bello y triste.
ResponderEliminarMuy triste. aunque bien escrito.
Buen texto, amiga.
un abrazo.
Es algo patético cuando vamos a visitar o preguntamos por alguien y ése alguien ha fallecido,; uno se encuentra como frente a un abismo emocional, del cual nos alejamos prestos. Excelente relato.
ResponderEliminarGracias Carla, a mi me gustó tenerte por aquí.
ResponderEliminarLuna, yo también me sentí así, como tú dices en alguna ocasión, bueno durante bastante tiempo, debería decir, de hecho escribí algo parecido a tu texto (salvando las distancias) por aquella época, pero ahora mismo estoy segura de que mi alma vuelve a habitarme de nuevo y ocupa más espacio que nunca.
Gracias Alicia, nunca tan profundo como tú pero en ellos estamos.
Gracias Gaucho, las tristezas vienen y van y ese texto es de hace unos tres años, ahora mi ánimo es otro.
Gracias Drac, más patético aún resulta cuando el fallecido es tu propio corazón, pero resucitó, como Lázaro, jeje.
Besos y mi agradecimiento a todos por vuestra presencia en mi rinconcito.
Un corazòn roto, palpita sin recuerdos....hermoso como has desgranado esta prosa.
ResponderEliminarun abrazo.
Veronica
Buén relato amiga aunque triste y melancólico ,claro como todas las despedidas que no tienen vuelta atrás, gracias por pasarte por mi blog.Un abrazo
ResponderEliminarSiempre se reconstruye el pecho herido...si el alma vibra bajo la piel.
ResponderEliminarBesiños linda!
señales apenas perceptibles, a los que yo llamo pálpitos, que nos susurran al oído el desenlace de muchas situaciones, antes de que éste tenga lugar
ResponderEliminaryomellevoamatarconmispálpitos
besos
Querida Narci:
ResponderEliminarVengo para agradecerte tu visita y para conocer tus blogs.
He quedado encantada. Me gusta lo que he podido leer hasta ahora.
Prometo volver.
Un abrazo
Verónica, Mª Carmen, gracias por vuestras visitas y comentarios. Besos
ResponderEliminarSi Mayte, el tiempo todo lo acaba curando, si es curarnos lo que queremos. Besos
Carmen, yo tampoco me llevo muy bien con mis pálpitos, rara vez les hago caso, me gusta comprobar los hechos realmente, necesito pruebas empíricas, y luego me preguntó por qué no me fie más de mí intuición; aunque sé que de haberlo hecho, me habría quedado para siempre con la duda, y eso tampoco es bueno.
Besos.
Mª Antonia, gracias, yo también me pasaré más veces por tu blog. Besos
Te reitero, Narci querida, en la prosa eres brillante, en la poesía eres luz.
ResponderEliminarTe dejo un abrazo y feliz martes.
Alicia
Gracias, Alicia. Otro abrazo para ti.
ResponderEliminarBesos
Una lágrima insípida no es lágrima...
ResponderEliminarMr gusta tu prosa poética, Narci.
Besos
Gracias, Luis Antonio.
ResponderEliminarHa sido toda una sorpresa encontrarte por estos recodos del tiempo.
Besos