Construyó un majestuoso castillo de arena.
Enterró su vida y su pasado y decidió mudarse a él, para siempre.
Llegada la noche, el viento sopló en las almenas y cantó su réquiem.
Ahora yace bajo el túmulo erigido con sus vanidades, PARA SIEMPRE.
Narci M. Ventanas
La majestuosidad siempre ha traído esas terribles consecuencias.
ResponderEliminarNo nos olvidemos del Rey Mausolo y su mega-trágica tumba de Halicarnaso.
Me trajo ese recuerdo del pasado remoto este micro.
Un beso, Narci
SIL
Un microrelato empapado de filosofía, querida Narci.
ResponderEliminarUn gusto venir a leerte, amiga.
besos. María.
Un micro con moraleja.
ResponderEliminarBesos
Y encima pagamos entrada para ver el monumento a su vanidad!!
ResponderEliminar¡Excelente!
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Pura belleza.
ResponderEliminarBesiño Narci!
y mira que nos leyeron siendo bien chicos el cuento de los tres cerditos...pero seguimos construyendo sobre arena
ResponderEliminarcon el deseo ni los granos de arena nos arañan los ojos y después pasa lo que pasa
me ha gustado mucho Narci
Besos
Buena observación, Sil precisamente en esa historia y en otras parecidas pero más cercanas pensaba al escribirlo.
ResponderEliminarGracias, María Bote, por venir y por leerme.
Besos para ti también, Marisa, y gracias por tu comentario.
Exacto Drac, a veces hasta pagamos entrada, pero ya ni siquiera el vanidoso ni siquiera pude recaudar y disfrutar de ese dinero. Ya no está.
Gracias Aida y Mayte, me alegra que os guste.
Carmen, es que de los errores se aprende, pero de los propios, aunque a veces la lección llegue demasiado tarde. Los cuentos entretienen y hasta enseñan, pero rara vez hacemos caso a sus enseñanzas.
Waw! Intenso... Me encantó!
ResponderEliminarGracias Carla, me alegra que te guste. Besos
ResponderEliminarNarci,gracias por tu visita y tus alentadoras palabras,que me han permitido llegar a tu blog.
ResponderEliminarHe leido tus posts y hago mías tu claridad y tu bella inspiración...
Este post me recuerda a tantas y tantas personas,que han puesto sus anhelos en la apariencia y en la materia...Ahora la crisis nos hará reflexionar a todos,porque es el espíritu con sus valores el que debe tomar las riendas del destino,si queremos salir adelante.
Te dejo mi gratitud y mi abrazo inmenso,amiga.
M.Jésús
hola Narci,
ResponderEliminarinteresante relato que habla de la muerte o de la persona fallecida.
un abrazo ^^
¡Muy bueno! Las plantas de los pies adoran pisar esos mausoleos.
ResponderEliminarbesos
Eso pasa con los Castillos en el aire.
ResponderEliminarPero son tan bellos. jejeje
Un abrazo
De nuestras propias vanidades está lleno el mundo.
ResponderEliminarUn primer buen paso... reconocerlas.
Un besazo Narci
Majercamu, fue un placer visitarte y un honor recibirte en mi blog. Bienvenida y gracias por tu comentario.
ResponderEliminarHola Rebecca, en realidad hablo sobre todo de la vanidad de los hombres que ponen toda su esperanza en lo material, sin entender que cuando llega la muerte, nada podemos llevar con nosotros. Gracias por tu visita y comentario.
Jajaja, De Cenizas, puede que tengas razón, pero a mí siempre me ha dado pena pisar esas frágiles obras de arte, eso sí, una vez derribadas es un gusto sentir la arena en los pies.
Marian, son bellos pero de engañosa belleza, y tan frágiles que apenas nos da tiempo a disfrutarlos y ya son nada.
Efectivametne, Latrix un primer buen paso. No debemos olvidarlo.
Besos y gracias a todos.
Un lugar muy apropiado para el descanso eterno de toda vanidad.
ResponderEliminarBesos
A veces dejamos todo de lado y nos enterramos en un majestuoso castillo de arena que se desmorona cuando vienen los vientos.
ResponderEliminarMuy buen microrelato Narci.
Besos
Apropiado y el único posible, Trini. Besos.
ResponderEliminarGracias Belkis. Besos
mal sitio para enterrarse
ResponderEliminarel viento se lleva la arena
y te quedas en cueros
Tienes razón MTeresa, al final el pobre vanidoso se quedará sin castillo, sin túmulo, sin mausoleo y sin "na de na". Besos.
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