lunes, junio 22, 2009

Carta a una maestra implacable




Estimada y perpetua maestra:

No voy a preguntarle cómo se encuentra usted, porque sé que mientras yo siga aquí, y tenga ánimos o fuerzas para escribirle esta carta, usted seguirá observándome desde su atalaya.

Con usted aprendí, que la Luna puede tener más caras que un dodecaedro truncado, que un leve roce del filo de cada una de sus aristas es suficiente para guillotinar todos los sueños, ensoñaciones y nostalgias, que tras sus vértices o esquinas se esconden todos los sinsabores y asperezas que la realidad alcanza. Aprendí que los vientos más húmedos pueden convertirse en puñal de hielo cuando se adentran en territorios gélidos, que las nubes casi siempre pasan sin dejar ni una sonrisa para el recuerdo.

Aprendí también, que no todas las aguas son cristalinas, que las estrellas se apagan cuando cerramos los ojos y a veces ya nunca vuelven a encenderse. Aprendí que el sol nos succiona y se alimenta de nuestro sudor y nuestras lágrimas y que no siempre disponemos de una fuente para nutrir de nuevo nuestra piel.

Usted me enseñó a desechar esperanzas vanas, a no buscar un dios en el horizonte, me enseñó que no hay ángeles de la guarda ni príncipes capaces de romper encantamientos o embrujos. Me enseñó que podemos prescindir de casi todo, excepto de usted misma, porque sin usted estaríamos flotando en un océano de sombras del que nada sabemos.

Como puede observar, he tomado buena nota de todas sus doctrinas y en la mayoría de los casos he superado las pruebas prácticas. No obstante, sé que hay lecciones menos arduas, al menos así me lo han contado sus alumnas/os predilectas/os, y me pregunto cuándo me llegará el turno de estudiar y practicar esos temas, porque, sinceramente, ilustre señora Vida, creo que ha llegado el momento de que me hable sobre el perfume de las rosas, sobre el susurro del viento entre las ramas, sobre la fuerza de las olas capaces de cambiar nuestro destino, sobre el aleteo de las mariposas o sobre las suaves caricias que usted misma es capaz de prodigar cuando decide guardar la regleta con la que azota nuestras palmas tan a menudo.

Esperando que su Dios la guarde a usted muchos años…
se despide su resignada alumna.

Narci M. Ventanas

11 comentarios:

  1. eso de despedirse de la vida suena a lo que no es, pero bueno: esta maestra también nos da sus cariños y libertades y excesos y cielos y besos y dulces y amigos y versos y camas y sueños y piel y veneno, y dulzura en el bien y en el fuego

    un beso, narci

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  2. Menuda perspectiva de la Vida...
    No, ahora, hay que actuar, y no ver la vida como algo ajeno, como un tercero que nos da y nos quita todo...No. Ahora, hay que abrirse como se abren las flores para coger el rocío, y pensar en positivo, para atraerlo.
    Sé que aburro con mi repetida cita, pero es una de mis preferidas:
    "Piensa cosas maravillosas y ellas te elevarán en el aire". J.M.BARRIE.
    Me ha gustado mucho tu carta.
    Un besazo

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  3. Gran maestra, gran alumna.
    Enseñanzas para toda la vida.
    Te dejo un abrazo y mi afecto, Narci.
    Alicia

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  4. Narci, paisana, yo también creo que la vida es nuestra gran e insustituible maestra. LO mejor es no dejarla parar un instante y estrujar toda su sabiduría para que nos inunde.

    Un beso enorme.

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  5. Excursus profundo, metódico, sin dejar nada en el tintero...excelente...un abrazo de azpeitia

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  6. Sensacional y genial escrito.
    Te felicito ha sido un placer leer esta entrada
    saludos

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  7. ¿Estás de vacaciones? Se te echa de menos.

    Vuelve pronto.

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  8. Narci en mi blog puse un enlace a un post tuyo; espero que no te moleste si es así me avisas y lo quito ¿Vale?

    Besos

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  9. Gracias a todos por vuestros comentarios.
    Sí Luisa he estado de vacaciones y en unos días me voy otra vez, pero prometo volver y ponerme al día con vuestros blogs.

    Besos
    Narci

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  10. Ese final... me ha dejado estupefacta por lo impactante y original.
    La vida, nos trae, nos lleva y nosotras siempre con ella.
    Cariños siempre

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    Respuestas
    1. Gracias Ana, por perderte por los rincones olvidados de mi blog. Ya casi no recordaba esta entrada, pero si tuviera que escribir esta carta ahora, el mensaje seguiría siendo más o menos el mismo.

      Besos

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Tu verbo es el agua que alimenta mis raíces

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