LA NOVIA
- Mi preciosa Estela. –susurró mientras miraba la pantalla con una mano en el ratón y la otra en la entrepierna.- Realmente divina con tu vestido de seda salvaje. Toda tú eras salvaje y me concediste los mejores 20 minutos de mi vida. De eso hace ya un año y he visto este video miles de veces, pero ésta es la última. Mañana, con Lara, comenzaré un nuevo ciclo. -Dicho esto, eliminó el archivo y apagó el ordenador.
Se duchó, colocó sobre el galán el chaqué, el chaleco y la corbata y aspiró con avidez el olor a tierra húmeda que acompañaba a la tormenta. Luego se tumbó sobre la cama y se quedó dormido al instante.
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Imagen de Google |
Entró por la
ventana envuelta por un intenso
perfume a azahar. Se paseó por la habitación con su vaporoso vestido y el velo sobre el rostro, se quedó de pie a un lado de la cama, contemplándole, observando su sueño plácido, su mano desnuda sobre la almohada, sus labios sensuales que invitaban al beso. Se apartó el velo, un relámpago iluminó todo el cuarto y por un instante vio su propia figura en la luna del armario: su cara destrozada, su mirada de terror infinito, su ropa ensangrentada y desgarrada, el cuello seccionado por la yugular... Sin pensarlo más, le colocó el
anillo en el dedo anular al mismo tiempo que besaba su boca. Todo con un año de retraso, pensó. Luego salió por donde había entrado murmurando: “Lara me lo agradecerá”.
Inspector, la tormenta de anoche fue tremenda, los destrozos se calculan por millones en toda la ciudad. En cuanto al cadáver…, un rayo debió entrar por la ventana, penetró en el cuerpo a través del anillo, le atravesó el corazón y salió por la boca. Una trágica casualidad… Pobre hombre, y todo el mismo día de su boda… Un duro golpe para la novia.
Narci M. Ventanas
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