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Así contaba un sabio y terminó.
De aquélla que la muerte perseguía
y no quería vivir
pero vivió.
Pensaba que en la vida
no había vida
y por lograr la muerte
soportó
los días con su luz oscurecida
las noches que la luna iluminó.
Dice aquél, sopló
mas sin mentiras,
pues no más que soplar
se requería
para insuflar la vida y el amor
a aquella que de amor
estaba herida
de muerte
y por no querer vivir
nunca murió.
Narci M. ventanas
Narci, con tu permiso, me quedo con esos últimos versos que culminan un poema perfecto:
ResponderEliminar"... aquella que de amor
estaba herida
de muerte
y por no querer vivir
nunca murió."
Me encanta.
Un abrazo.
¡Qué belleza de poema, Narci!
ResponderEliminarSiempre regreso a tus letras.
Es hermoso este encuentro.
Alicia
Que cruel castigo sería vivir eternamente....muy bello lo que has escrito Narci, hay que leerlo varias veces porque has profundizado hasta lo mas hondo...un beso muy fuerte desde azpeitia
ResponderEliminarMe gusta tu poesía, es profunda y clara a la vez.
ResponderEliminarCasi te pierdo entre los comentarios. Este mundo de los blogs es un laberíntico, a poco que te descuides pierdes a gente interesante, pero ya te he añadido a lecturas preferidas para no perderte.
Un saludo.
Gracias Gloria, acepta esos versos como un regalo.
ResponderEliminarNarci
Siempre es una alegría que regreses, Alicia.
ResponderEliminarBesos
Narci
Gracias Azpeitia.
ResponderEliminarSí realmente debe ser un tremendo castido vivir sin desear hacerlo.
Besos
Gracias Teresa, ya sabes donde encontrarme y yo a ti también, tus alas azules me guían.
ResponderEliminarBesos
Narci
Que versos, que se contraponen en los deseos que no se pueden cumplir. Vivimos y queremos morir y la muerte nos niega ese privilegio, otros quieren vivir y la muerte los visita aún en su plena juventud.
ResponderEliminarSaludos