Ha de perdonar que me dirija a vuestra merced con nombre tan poco apropiado, pero así es como aparecióseme no ha muchas horas en un sueñecillo de duermevela que, propiciado acaso por los delirios que mi peligrosa dieta me viene provocando, acaso por la imagen que, de su persona, poco a poco se va formando en mi mente confundida, vino a rellenar los huecos de mi imaginación en un ratito de descanso que quise darle a mi maltrecho cuerpo.
Surgía su silueta como de la nada, ataviada con impecable traje de chaqueta y corbata de nudo ceñido, con un gorrito de lana en la cabeza terminado en una borla o madroño de vistosos colores, portando en sus bolsillos un sin fin de almendras garrapiñadas (manjar, por cierto, que nunca me ha gustado), las iba repartiendo por todos los rincones de un edificio que me era totalmente ajeno, como ajeno me resultaba el motivo de mi presencia en tan extraño lugar; saltaba vuestra merced moviendo su cuerpecillo al ritmo de la melodía de unas cuantas máquinas: impresoras, fotocopiadoras etc. y, a veces, se detenía ante alguien que caminaba en dirección opuesta a la suya, pero nadie parecía percibir su presencia excepto una servidora, que no lograba dar crédito a lo que veían sus ojos, rojos de tantos refregones que mis manos les propinaban para hacerlos volver a la realidad.
De repente, acercóseme dando brinquitos, presentóseme como El Espíritu de la Golosina, recién llegado del país de los duendes traviesos y ofrecióme unas cuantas de sus almendrillas, que yo, sorprendida, rechacé con agradecimiento y cortesía, y ante su insistencia, acabé reconociendo que lo mío, más que las almendras, era el chocolate. Parecióme que sentíase vuestra merced muy contrariado por aquesta mi preferencia, y vi como empezaba a rebuscar frenéticamente en sus faltriqueras, sacando todo guisa de:
Golosinas, peladillas,
bocadillos, pastelitos,
alfajores, montaditos,
helados, batidos, zumos,
y hasta una bota de vino…
Y luego, muy compungido,
me mirada de soslayo,
con los ojos muy redondos
y muy fruncidos los labios,
y susurraba entre dientes
ensalmo tan enigmático,
de tan ruidosos fonemas,
y ritmo tan exaltado,
que ni despierta, ni en sueños
podría yo recordarlo,
y acabada la oración,
largóse usted levitando,
sobre una alfombra marrón,
de un olor avainillado,
que había saciado mi gula
sin que la hubiese probado.
Despertéme en ese instante,
con la sonrisa en los labios,
regalo que un duendecillo,
en sueños me había dejado.
Y con esto se despide
su segura servidora
que humildemente le pide
perdone a esta escribidora
Y colorín colorado,
este sueño se ha acabado,
juro que fue real,
aunque algo lo he adornado
para hacer gozar a ustedes
de este ratito animado.
Narci M. Ventanas
Jolines... me he reido a carcajadas... jajajajaja !!! Gracias por deleitranos con este sueño tan ameno. Haces que el sol rompa las nubes y nos llegue con esa luz bien proyectada.
ResponderEliminarBesiños querida Narci.
Una delicia en todos los sentidos que se puedan abarcar.
ResponderEliminarQue lo mío son las almendras, confieso,no el chocolate.
Ojalá me visite el don.
La prosa y el verso bien combinados resultan una puesta en escena magnífica.
BESO ENORME
SIL
Pues como de duende se trata
ResponderEliminarte diré que me ha encantado
pues con duendes y con hadas
sus fantasías he gozado.
jajaja,
De verdad que ha sido un sueño muy simpático. Qué bien quedar satisfecha sin que el chocolate rompa la dieta.
Besos.
Que sueño tan entretenido!!!
ResponderEliminarMe encantan las almendras.
Bien escrito, amiga.
Un sueño que le falta poco para hacerse real en tus palabras, Narci.
ResponderEliminarTe dejo un abrazo.
¿Cómo estás?
Alicia
Genial Narci!!
ResponderEliminarUn sueño...entre palabras maravilloso.
Besiños!
Me encantó esta carta al duende de las golosinas.
ResponderEliminarSi es verdad que fue un sueño, cuanta imaginación amiga!
Los sueños muchas veces nos sirven para escribir, he tenido sueños con los que he creado cuentos.
Me ha encantado esta entrada tan mágica.
Pues a mí me encantan las almendras fritas con una cervecita.
ResponderEliminarMe ha entrado un hambre que no veas con tanto dulce y tanta golosina.
(Es que estoy a ver si pierdo unos kilos)
¡Vaya con el duende y la escritora!
Un abrazo de Mos desde su orilla.
Si es que las dietas no son sanas para la mente:):)
ResponderEliminarYo también prefiero el chocolate.
Me ha resultado muy divertido y dan ganas de ponerle música y, a viva voz cantarlo, así se nos pasen rápidas las horas y llegue pronto la cena:)
Besosss
jjjjjjjjj, para mondarse de risa Narci. Lo que son las dietas rigurosas que lo adelgazan todo menos el apetito.
ResponderEliminarSigue a dieta y soñando, por lo que cuentas merece la pena.
Un beso rechonchito
¡Qué bueno Narci!
ResponderEliminarPuedes estar segura
que mi rato he disfrutado.
Muchos besos
Me alegra que hayáis pasado un buen rato con el relato espistolar de mi sueño.
ResponderEliminarPara los que tengan alguna duda, reitero que sí, que fue un sueño real, aunque es cierto que lo adorné un poco, sobre todo en los detalles que no consegúía recordar nítidamente en la vigilia.
Gracias a todos por vuestras visitas y comentarios.
Abrazos de chocolate y almendras para cada uno de vosotros y vosotras.
Felices sueños.
Ay qué malo es pasar hambre, o mejor dicho ganas de comer lo que apetece, me he reído un rato con el duendecillo tentador querida Narci..
ResponderEliminarUn beso
Siempre es un verdadero placer pasar por tu blog..
ResponderEliminarPor razones de tiempo en mi trabajo, estoy ausente..
Espero ponerme pronto a leer sus blog..
Un abrazo
Saludos fraternos...
Que disfruten del fin de semana..
me quedo sin dudarlo con tu sueño y no con el que he tenido yo esta noche, en el que servía una especie de guiso con verduras a cuadritos y en una cazada sacaba un corazón, entonces decía...esto es mucho corazón y lo vaciaba, dejando sólo un cascarón de corazón y lo rellenaba de caldo con verduras
ResponderEliminar¡qué coño de dieta llevo yo! porque podía ser el hígado, que no se presta a dobles interpretaciones, pero ha tenido que ser el corazón
y mientras escribo esto se me hace la boca agua pensando en los pastelitos, peladillas y helados
ay...
En este caso, la dieta ha sido una buena musa, querida Narci.
ResponderEliminarHe disfrutado leyéndote, amiga.
Besos. María.
narci des que vaig conexier el teu blog. fas que la mela vista es delit en veuvre les boniques vers que escrivs. ets un amor petons
ResponderEliminarme ha cautivado tu historia del duendecillo y me ha divertido leerla en ese lenguaje arcaico que tan bien sabes utilizar.
ResponderEliminarUn abrazo, Narci.
Que precioso sueño, imaginacion que cautiva, un abrazo,
ResponderEliminarTodo un disfrute, de sueño y de escritura. Fantástico en todos los sentidos.
ResponderEliminarNarci, por aquí sigo, explorando tu blog...
ResponderEliminarMe has dejado encandilada con este cuentecito del duende; además con ese tono de castellano antiguo tan gracioso, y esos versos tan bien rimados y tan juguetones.
Tienes un salero y un arte para contar ¡extraordinario!